Año 1962.
En total K ofreció veintitrés pláticas públicas en la India durante ese invierno, así como sostuvo docenas de reuniones de discusión y concedió innumerables entrevistas privadas. Más de 4000 personas asistieron a cada plática. Por lo tanto, quizá no fuera sorprendente el hecho de que K estuviera exhausto cuando llegó a Roma el 15 de marzo. Vanda Scaravelli, que le recibió allí, anotó que en seguida después de su arribo él cayó con fiebre:
Tenía los ojos cerrados o semicerrados. Este incidente no se relaciona con ninguno de los que se han relatado anteriormente. No hubo transformación en su rostro, no se desmayó, y nada hubo de similar con las cosas que habían ocurrido en Suiza. Las palabras surgían simple y fácilmente, y la manera en que hablaba parecía bastante natural: «No me dejes. Él se ha ido lejos, muy lejos. Te han dicho que cuides de él. Él no debió haberse ido. Debiste decírselo. Durante la comida está medio trastornado. Tienes que advertírselo con una mirada, de manera que las otras personas no lo vean, y él comprenderá. Bello rostro para mirarlo. Esas pestañas son inútiles para un hombre. ¿Por qué no las tomas tú? Ese rostro ha sido cuidadosamente elaborado. Ellos han trabajado y trabajado durante tanto tiempo, tantos siglos, para producir un cuerpo semejante. ¿Lo conoces? No puedes conocerlo. ¿Cómo puedes conocer el agua que fluye? Sólo escucha. No le hagas preguntas. Él debe amarte si deja que llegues tan cerca de él. Él se cuida mucho de no permitir que otras personas toquen su cuerpo. Tú sabes cómo te trata; quiere que no te suceda nada. No hagas nada extravagante. Todo este viajar ha sido demasiado para él. Y esas personas en el avión, el fumar, y ese estar empacando todo el tiempo, llegar y partir, ha sido demasiado para el cuerpo. Él quería llegar a Roma por esa señora [Vanda]. ¿La conoces? Es por ella que quería llegar rápidamente. Él se ve afectado si ella no está bien. Todos esos viajes no, no me estoy quejando . Tú ves qué puro es él. No se permite nada a sí mismo. Todo este tiempo el cuerpo ha estado al borde de un precipicio. Lo han sostenido, lo han vigilado intensamente todos esos meses, y si lo sueltan él se irá muy lejos. La muerte está cerca. Yo le dije que era demasiado para su cuerpo. Cuando él se encuentra en esos aeropuertos está completamente solo. No está del todo ahí. Toda aquella pobreza en la India, y esa gente que muere. Terrible. Este cuerpo también habría muerto si no lo hubieran encontrado [Leadbeater]. Y esa suciedad en todas partes. Él es tan limpio, su cuerpo se mantiene tan limpio. Él lo lava con mucha solicitud. Esta mañana él quería comunicarte algo. No lo interrumpas. Él debe amarte. Dile esto; toma un lápiz y dile: “La muerte está siempre ahí, está muy cerca, para protegerte. Y cuando te refugies en ella, morirás”».
Cuando la fiebre cedió, subieron hasta Il Leccio, donde K pronto cayó muy enfermo. Parecía sufrir una recurrencia de su problema renal, complicada con un severo ataque de paperas. Se puso tan enfermo que por varias noches Vanda durmió en el piso junto a su puerta. Cuando estuvo mejor él le pidió a Doris Pratt que se quedara muy tranquila respecto de su dolencia, porque la gente «se inquieta con mucha facilidad».
KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)
En total K ofreció veintitrés pláticas públicas en la India durante ese invierno, así como sostuvo docenas de reuniones de discusión y concedió innumerables entrevistas privadas. Más de 4000 personas asistieron a cada plática. Por lo tanto, quizá no fuera sorprendente el hecho de que K estuviera exhausto cuando llegó a Roma el 15 de marzo. Vanda Scaravelli, que le recibió allí, anotó que en seguida después de su arribo él cayó con fiebre:
Tenía los ojos cerrados o semicerrados. Este incidente no se relaciona con ninguno de los que se han relatado anteriormente. No hubo transformación en su rostro, no se desmayó, y nada hubo de similar con las cosas que habían ocurrido en Suiza. Las palabras surgían simple y fácilmente, y la manera en que hablaba parecía bastante natural: «No me dejes. Él se ha ido lejos, muy lejos. Te han dicho que cuides de él. Él no debió haberse ido. Debiste decírselo. Durante la comida está medio trastornado. Tienes que advertírselo con una mirada, de manera que las otras personas no lo vean, y él comprenderá. Bello rostro para mirarlo. Esas pestañas son inútiles para un hombre. ¿Por qué no las tomas tú? Ese rostro ha sido cuidadosamente elaborado. Ellos han trabajado y trabajado durante tanto tiempo, tantos siglos, para producir un cuerpo semejante. ¿Lo conoces? No puedes conocerlo. ¿Cómo puedes conocer el agua que fluye? Sólo escucha. No le hagas preguntas. Él debe amarte si deja que llegues tan cerca de él. Él se cuida mucho de no permitir que otras personas toquen su cuerpo. Tú sabes cómo te trata; quiere que no te suceda nada. No hagas nada extravagante. Todo este viajar ha sido demasiado para él. Y esas personas en el avión, el fumar, y ese estar empacando todo el tiempo, llegar y partir, ha sido demasiado para el cuerpo. Él quería llegar a Roma por esa señora [Vanda]. ¿La conoces? Es por ella que quería llegar rápidamente. Él se ve afectado si ella no está bien. Todos esos viajes no, no me estoy quejando . Tú ves qué puro es él. No se permite nada a sí mismo. Todo este tiempo el cuerpo ha estado al borde de un precipicio. Lo han sostenido, lo han vigilado intensamente todos esos meses, y si lo sueltan él se irá muy lejos. La muerte está cerca. Yo le dije que era demasiado para su cuerpo. Cuando él se encuentra en esos aeropuertos está completamente solo. No está del todo ahí. Toda aquella pobreza en la India, y esa gente que muere. Terrible. Este cuerpo también habría muerto si no lo hubieran encontrado [Leadbeater]. Y esa suciedad en todas partes. Él es tan limpio, su cuerpo se mantiene tan limpio. Él lo lava con mucha solicitud. Esta mañana él quería comunicarte algo. No lo interrumpas. Él debe amarte. Dile esto; toma un lápiz y dile: “La muerte está siempre ahí, está muy cerca, para protegerte. Y cuando te refugies en ella, morirás”».
Cuando la fiebre cedió, subieron hasta Il Leccio, donde K pronto cayó muy enfermo. Parecía sufrir una recurrencia de su problema renal, complicada con un severo ataque de paperas. Se puso tan enfermo que por varias noches Vanda durmió en el piso junto a su puerta. Cuando estuvo mejor él le pidió a Doris Pratt que se quedara muy tranquila respecto de su dolencia, porque la gente «se inquieta con mucha facilidad».
KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)
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