Krishnamurti, Como lo Conocí
Por el Prof. P. Krishna
Ex-Rector del Centro de Educación de Rajghat, Fundación Krishnamurti de la India, Varanasi 221001, India.
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El siguiente artículo fue publicado por primera vez en la emisión de mayo de 1997 de El Teósofo. Escrito por el Prof. Krishna, rector del Centro de Educación en Varanasi y está basado en una plática que dio en noviembre de 1996 en Adyar Lodge, Madrás, India.
Me doy cuenta, he emprendido una difícil tarea. Normalmente describimos a una persona por su linaje, familia, logros, educación, y así sucesivamente. Pero todas éstas son irrelevantes al describir a Krishnamurti, quien fue un jivamukta, una alma liberada.
Es apropiado un diálogo entre Arjuna y Krishna en el Gita. Arjuna le pregunta a Krishna sobre el hombre liberado. ¿Cómo vive tal persona, cómo actúa, cómo come y duerme?. La respuesta de Krishna resumida es: Por fuera, es como cualquier otro individuo, come y duerme y vive como ellos. Y sin embargo, es totalmente diferente, porque no hace las mismas cosas por el mismo propósito que un hombre ordinario. Hay una diferencia dimensional en su conciencia. Y eso es lo importante, no sus logros, educación, erudición, y todas las enseñanzas que él pueda dar y todo lo demás. Aún sin esas cosas, su importancia no sería menor. ¿Cómo puede uno comunicar eso?. Uno lo siente con su presencia, pero no es posible ponerlo en palabras. Lo que uno puede poner en palabras son solamente las acciones externas, las palabras que uno oyó, los pensamiento que uno tuvo, etc., uno no puede transmitir el estado de la mente o de la conciencia de donde emanaron esas palabras. Es algo que uno siente entre líneas.
En efecto, yo no conocí a Krishnaji bien. Nunca trabajé cerca de él o viví o viajé con él. Era mas bien activo, ardiente estudiante de sus enseñanzas, quien aprovechó cualquier oportunidad de tener diálogos con él, escuchar sus conversaciones, y hacer preguntas como estaban en mi mente. Mi primer encuentro con sus enseñanzas fue en 1955 cuando tenía diecisiete años. Durante unas vacaciones de otoño, mientras buscaba en una alacena de mi padre, me encontré un libro pequeño, “Pláticas con Estudiantes”. No había escuchado sobre Krishnamurti, ni sabía nada acerca de él. Por el hecho de intitularse “Pláticas con Estudiantes” empecé a leerlo. Se refería a todas esas preguntas que despertaron mi mente adolescente, y que mis maestros nunca discutieron. El estaba hablando con estudiantes sobre si el respeto era lo mismo que miedo: “¿Por qué se levantan de su asiento cuando el maestro entra a la clase?” Le preguntaba a unas niñas, “¿ Por qué pone la “tika” (punto rojo) en su frente?, no en forma despectiva o encontrando un defecto, sino seriamente, “¿Saben ustedes por qué hacen todas estas cosas?. ¿Cuál es el significado?. ¿Alguna vez se lo han preguntado?. ¿Por qué tienen miedo de los exámenes?. No platicamos sobre esas cosas como parte de la educación. Así que me fascinó grandemente y leí más de sus libros. Entonces fui con mi padre para preguntarle sobre Krishnamurti, y me dijo la historia de cómo creció en la Sociedad Teosófica, cómo fue “descubierto”, etc. Estaba completamente cautivado con La Libertad, Primera y Ultima. Me creó una cierta imagen o fotografía en mi mente de alguien como santo budista, calmado e imperturbable. Así que cuando por primera vez me encontré con él quedé desconcertado y un poco sacudido, porque él no era como la imagen que tenía en mi mente.
En el invierno de 1958, él permanecía en Delhi con el Sr. Shiva Rao, una familia amiga. Estaba yo estudiando mi grado de maestría en física en la Universidad de Delhi, y estaba muy profundamente interesado en conocer al autor de los libros que había leído. Por tanto, el Sr. Shiva Rao me invitó a almorzar con él. Antes del almuerzo, cuando me presentaron a Krishnaji, él me preguntó, “¿Qué estás haciendo? y yo dije “estoy estudiando física en la universidad”. Y entonces me dijo, “¿Por qué estás estudiando física? “encontré un poco extraña la pregunta, porque todos estudiamos en la universidad” y le dije, “Bueno, a fin de conseguir un trabajo, vivir de ello y establecerme en la vida”. Y llamó a Shiva Rao, “¡Mira a este muchacho, diecinueve años de edad, y ya está preocupado por establecerse, casarse y hacer una vida!”. Me sentí pequeño, sentí que me estaba criticando. Así que dije, “¿Qué tiene de malo en hacer eso?” y él dijo, “Haz lo que quieras: pide limosna, pide prestado o roba, pero no te preocupes por el futuro, sobre cómo vas a hacer tu vida”. ¡Eso me sacudió!. Le pregunté, “¿Robar?” y me contestó, “ No, señor, robar no. Quiero decir haz lo que quieras, pero hazlo con pasión, porque te guste hacerlo, no porque quieras hacer tu vida”. Agregó, “Ese es el problema con nuestra educación. Todo el propósito de la educación es sólo hacer una vida y conseguir un trabajo. ¡Hemos convertido la educación en esa cosa tan pequeña, en tan repulsivo asunto!. Eso era él, no tratando de complacer o impresionar a la gente. Era espontáneo, sin ninguna pretensión y lleno de pasión.
El almuerzo con él solía ser largo con conversación mientras se tomaban los alimentos. Una vez le pregunté, “Señor, he leído que cuando usted estuvo en la Sociedad Teosófica, la gente se sentaba en un salón cerrado y tenían sesiones para conversar con espíritus muertos, eran ciencias ocultas o magia”. “Todo eso una alucinación”, replicó, “No, esas cosas existen, pero es otra forma de poder. Nada tiene que ver con la bondad. Y por tanto no estoy interesado en ello.” Entonces agregó, “Desde luego, la mente tiene poderes infinitos de alucinación”. Después me pregunté, ¿qué es lo que quiso decir?. Y sentí que trató de darme a entender ese fenómeno oculto, telepatía, ESP, y otros poderes, sí existen, pero si uno no está interesado en el poder – dinero, o músculo, o posición o estatus – ¿por qué habría de cultivar el poder oculto?
El dijo que sus memorias de su niñez fueron completamente destruidas. Cualesquiera experiencias que tuvo a partir de 1922 habían sido borradas como memorias de su cerebro. Dijo que no recordaba Adyar, aunque él vivió allí. Dijo, “No puedo recordar la cara de mi hermano Nitya. Apenas si puedo recordar la cara de Amma” (se refiere a la Sra. Besant). Entonces misteriosamente agregó, me dijo, “Desde luego, lo puedo recordar, Señor, si lo deseo”. Aún no puedo encontrar pies y cabeza de eso.
Solía hacerle muchas preguntas al final de sus conversaciones. Una vez después de esas sesiones de preguntas y respuestas le fui a saludar (y me estrechó las manos con mucho afecto) y dijo: “Muchas preguntas, muchacho, demasiadas preguntas”. El amor, el afecto que uno sentía en su presencia es difícil de describirlo.
De 1959 en adelante, después de terminar mi maestría, estaba en la Universidad Hindú de Banaras, como un investigador de física, y él vino a Banaras a dar unas pláticas en Rajghat. Me fui en mi bicicleta aproximadamente unas ocho o diez millas de la ciudad para asistir a sus conferencias siempre que podía. En una de sus conferencias él dijo: “Una mente disciplinada es una mente floja”. Para mí una persona disciplinada es activa, regular, atendiendo todo lo relacionado con su trabajo. Así que cuando le pregunté qué quiso decir, “Si no es floja, ¿por qué necesita disciplinarse?. ¡Si usted tiene que levantarse a las seis de la mañana y usted no es flojo, usted se levanta!. No requiere disciplina para eso. Pero si usted es flojo, usted necesita mucha disciplina. Así que el hombre que está tratando de disciplinarse es flojo.”. En esas pocas palabras, explicó la dualidad de los opuestos. Cuando una persona trata de cultivar coraje entonces es miedoso. Tratando de ser no violento, implica que es violento. Siempre que tratamos de conseguir algo, lo opuesto está presente. En vez de perseguir lo opuesto, uno debiera preocuparse por terminar con la flojera. La flojera tiene una causa, puede ser que la persona no come o duerme o no hace ejercicio apropiadamente, o su cuerpo le molesta y no tiene la adecuada energía. En vez de corregir eso, uno busca cultivar la disciplina, suma para perpetuar la flojera y un forcejeo que continúa entre los dos.
Cuando Krishnaji les hablaba a jóvenes estudiantes, hablaba en un nivel simple. Con David Bohm, hablaba al nivel de David Bohm. En cada caso, era igualmente entusiasta, independientemente de con quien hablara. El no daba valor a las personas en términos de su posición o logros como nosotros lo hacemos. Siempre lo encontré alerta, sensible, observador, conciente. No había rasgos de flojera en él. Había un sobre flujo de afecto para todos, pero eso no quería decir que comprometería la verdad o la evitara si era amarga.
En los años de 1960, después de una conversación fui y estuve cerca de él, un caballero del auditorio se le acercó, con alabanzas, diciendo, “¡Charla encantadora, Señor, charla encantadora; qué charla tan maravillosa!”. Después de que se había ido, Krishnaji me miró y me dijo, “Es un insulto”. A mí eso me dio a entender: que él estaba aquí haciendo esfuerzos para exponer las verdades de la vida, y en lugar de explorarlas, esta persona dice solamente qué hermosa plática. El solía tomar como un insulto lo que normalmente tomamos como un cumplido.
Quería fotografiarlo, cargando mi cámara el día completo. Pero en esos días él no habría permitido que se le tomara fotografías. Ni tampoco permitía que tomaran notas de sus conferencias. Así que repetidamente ponía énfasis de que no estaba dando una cátedra: “Esto no es algo que esté tratando de pasarles – alguna información que ustedes no tengan. Estamos mirando la vida, juntos como dos amigos.” Aunque estuviera platicando con una audiencia llena, solía enfatizar que era esencial una plática uno-a-uno entre dos amigos, y que usáramos sus mensajes como si se tratase de un espejo que estuviera ante nosotros, para mirar a nuestras propias vidas, y verificar si lo que estaba diciendo era o no verdad, no ciegamente aceptarla.
Naturalmente, él no estableció ningún valor al acuerdo o desacuerdo, porque eso no tiene significado. Dijo, “Puede que esté de acuerdo con usted o ambos podamos estar de acuerdo con algo o podamos no estarlo, y aún no sé que es la verdad. Viendo la verdad tiene valor – no estando de acuerdo o en desacuerdo, o sosteniendo opiniones a favor o en contra.”
Durante un diálogo en Brockwood en 1977, con el Prof. David Bohm, Asit Chandmal, y otros, lo recuerdo comenzando con un pregunta que habíamos ya discutido entre nosotros: “Señor, usted dice que uno no puede ver “lo que es” claramente, en una forma no distorsionada, debido al condicionamiento y coloración de la mente producida por el ego. Pero debido a que no podemos ver la verdad, “lo que es”, debido a esta coloración, el ego continúa. ¿Cuándo terminará este círculo vicioso?.” El lo abordó, y conversamos al respecto. Cada vez que le hacemos una pregunta, él la miraba como nueva, fresca, sin traer definiciones o conclusiones de sus cuestionamientos previos. Había una cualidad de cuestionamiento, nunca basada en el pasado, porque es importante ver la verdad a través de la percepción en vez de la memoria. Por tanto abordó mi pregunta, “No estoy seguro si el ego debe estar completamente ausente para que ocurra una revelación (un insight), o si la revelación (insight) puede ser tan grande que anule al ego. Este no es un proceso en el cual se libera primero de la coloración y entonces tiene la revelación (insight), o esa revelación (insight) viene primero y entonces el ego se desvanece. Es simultáneo.”
Cuando le pregunté, “¿Señor, fue usted alguna vez parte del campo del conocimiento y si se salió, o bien siempre ha estado fuera?”, dijo: “también lo cuestiono”. El también lo cuestionó por que en el caso del niñito Krishnamurti, criado en la Sociedad Teosófica, quien no pudo pasar ningún examen siendo más bien torpe para los estándares normales, su mente no fue condicionada como la de todos los demás. ¿Por qué conservó esa apertura para percibir algo nuevo?. Cuando tú escoges a un niño y lo crías para ser el Dalai Lama, se convierte en el Dalai Lama. Por tanto sería normal para él haberse convertido en un gran teósofo, la cabeza de la Sociedad Teosófica. ¿Cómo encontró algo totalmente nuevo? ¿Por qué todos los demás niños son condicionados, y encuentran dificultad de salir de ese condicionamiento, mientras que este niño aprendió de cada experiencia?.
En 1925, cuando él tenía 30 años, mientras estaba a bordo de un barco hacia India, supo de la muerte de su hermano lo cual superó con gran dolor. Pero cuando llegó a India estaba completamente en paz, y estando aun a bordo del barco escribió a la Sra. Besant, “Lo que experimenté no fue dolor. No estoy afectado por ello. Le he hecho trampa a la muerte.” Me parece que lo que estaba diciendo era que la muerte de su hermano entró en la forma de un dolor personal: y ello lo pudo haber atrapado en un estado de autocompasión, etc., como habría sido con la mayoría de nosotros; en vez de ello él vio a través del dolor personal, entendió el significado de la muerte y el apego, y se liberó de ello. ¿Cuál es la cualidad de una conciencia o mente que lo experimenta y en vez de recoger un complejo, un prejuicio, o nuevo condicionamiento, ve la verdad y se libera de ello?.
Un vez un hombre le dijo a Krishnaji que él era muy afortunado de haber sido criado en la Sociedad Teosófica con maestros como CWL y la Sra. Besant, y él le dijo: “ Sí, tuve la fortuna de haber tenido maestros como ellos” Entonces el hombre le dijo, “ nosotros no somos tan afortunados, porque vamos a instituciones ordinarias. ¿Cómo podríamos encontrar la verdad?” y él le respondió: “Señor, tuve suerte porque cualquier cosa que me dijeron me entró por un oído y me salió por el otro.” El no estaba menospreciando. El únicamente estaba queriendo decir que ellos no condicionaron su mente en lo que le estaban enseñando. Su enseñanza completa es aquella en la que uno debe encontrar la verdad por uno mismo, y no aceptarla de un maestro, porque entonces se convierte en sólo palabras, y no en “el estar viendo.”
La última vez que visitó India, en 1985, estaba almorzando con él en Rajghat y como a menudo pasaba hacía preguntas que nunca nadie hacía: “Señor, ha desaparecido el brahmán de este país? Le dije: “Depende de lo que usted quiera decir con brahmán, Señor. Un cuarto de la población aquí piensa que son brahmanes.” Y entonces dijo, “No, no de nacimiento – eso es infantil. ¿sabe usted que es un brahmán?. Le dije, “¿Qué quiere decir por un brahmán? El contestó con una historia.
Cuando Alejandro invadió India y luchó contra Porus, ganó. Cuando entró al estado, vió una excelente administración, todo estaba en orden, limpio, bien mantenido y la gente vivía feliz. Así que le preguntó a Porus, “¿quién era responsable de la administración?”. Porus replicó: “Había un brahmán primer ministro, que era responsable de toda la administración.” Alejandro dijo, “ Me gustaría platicar con él”. Porus le contestó: “Renunció porque perdimos la guerra, y se ha ido a su aldea.” Alejandro respondió, “Llámalo de todos modos.”. Así que mandaron a un mensajero quien regresó al siguiente día con una respuesta, “Dile al rey que ya no estoy en servicio. Un brahmán no se va con nadie, por lo tanto siento que no pueda ir.” Mientras narraba esto, Alejandro dijo, “Está bien, yo iré a su aldea.”
Llevaron a Alejandro a la aldea, donde el brahmán estaba sentado bajo un árbol enseñando a dos niños. Cuando le presentaron a Alejandro, el hombre miró hacia arriba y dijo, “¿Hay algo que pueda hacer por usted? Alejandro le preguntó. “ ¿Es usted el hombre que era el primer ministro?, y la respuesta llegó, “sí”; Alejandro entonces le dijo: “tú llevaste una excelente administración”, y el hombre respondió, “gracias”. Así que Alejandro le preguntó: “¿Vendrás conmigo? Te llevaré a Grecia, te daré un palacio, y te haré cabeza de todos los ejércitos. ¡Ven conmigo!. El hombre se quedó pensando, miró a Alejandro, y replicó, “Lo siento, quiero enseñar a estos niños”. Krishnaji entonces dijo, “Ese es un brahmán – alguien a quien no puedes comprar, alguien que no trabaja por un reconocimiento. El hacía lo correcto para un brahmán; él hizo de la administración algo tan bueno como pudo. Cuando perdió la guerra él se hizo responsable de la derrota y renunció, que es lo correcto para un brahmán. Cuando él estaba en la aldea, hizo lo que quería hacer; no estar bajo el servicio del rey, o buscando un trabajo que le recompensara por su trabajo. Esa es la cualidad de un brahmán.” Después de haber dicho esta historia, Krishnaji me preguntó, “Ahora dime, ha desaparecido el brahman de este país?”. Le dije, “No lo sé, Señor, pueda ser que halla todavía en el Himalaya, pero no me he encontrado a uno.”
En otra ocasión me pregunto, “¿Hay algo único en este país aún? y le dije, “Posiblemente la forma de vivir de la familia, el afecto con el que se refiere la gente entre sí. Pero no puedo decir que sea único, porque existe en alguna otra parte también, aunque quizá no en la misma medida.” El asintió moviendo su cabeza y se mantuvo tranquilo. El a menudo habría de dejarnos con una pregunta como esa. Al siguiente día cuando me lo encontré dijo, “¿Te digo que es lo único de este país?. He viajado por todo el mundo, y he observado. Este es el único país que queda donde el hombre pobre aún sonríe”. Ese es el tipo de cosas que él nota, no palacios, logros, puentes, trenes de ferrocarril. El observaba la gente, cómo vivían, y vio que la gente pobre aún sonreía. El hombre pobre en América o en Europa se siente miserable, desposeído, pero en India su espíritu no ha sido destruido a pesar de la pobreza. Entonces agregó, “Aunque estamos perdiendo esa cualidad, aún está allí”.
Estas preguntas y comentarios se convierten en un gran aprendizaje si uno los retiene, los toma en el fondo. Nunca quiso que aceptáramos lo que decía sino que reflexionáramos sobre ello, meditáramos para nosotros mismos, y viéramos si era o no verdad. Uno tiene que hacer el trabajo para uno mismo. En toda su vida nunca permitió que nadie lo usara como sostén: no quiso discípulos, no buscó ayuda, tenía el sentido de la renunciación. El daba sus pláticas sólo por afecto.
¿Cómo describe uno tal conciencia?. Cualquier cosa que uno describa es tan verbal, tan inadecuado, comparado con lo que uno desea transmitir. No es porque él diera conferencias maravillosas; puede uno encontrar mejores conferenciantes. Puede uno inclusive encontrarse con gente que pueda explicar sus enseñanzas más sistemáticamente. La habilidad para hablar o para dar una conferencia es trivial, aunque sea útil. Es lo que la conciencia es – la libertad, el amor y compasión en la conciencia lo que es precioso. Todos somos afortunados de haber tenido a tal persona entre nosotros. No importa que lo miremos como un teósofo o no, si dejó la Sociedad Teosófica o no. Esas cosas son triviales. Un hombre como ese que no pertenece a nadie, a la fundación Krishnamurti, o a la Sociedad Teosófica. El no pertenece a India sino al mundo. Desde luego, él nació de una familia particular, criado y educado en alguna escuela. Esa escuela pudo haber tenido el mérito de haber producido tal persona, pero ¿fue así debido a la escuela, o a pesar de la escuela?
Achyut Patwardhan me dijo una vez que el Profesor del Mundo había nacido en respuesta a las lágrimas del mundo. Por lo tanto él pertenece a la humanidad. La Sra. Besant había dicho a Achyutji, “Cuando encuentre que usted no está de acuerdo con algo que Krishnamurti dijo, nunca lo descarte, o lo ignore, llévelo en la mente. El es una conciencia superior, y cuando dice algo debemos reflexionar sobre ello, no rechazarlo”. Y esto es lo que Achyutji dijo: “Nunca he rechazado nada de lo que dijo Krishnaji, no importa qué tan equivocado me haya parecido. Lo retengo.”
Qué gran privilegio para la Sociedad Teosófica y para la Fundación Krishnamurti, y para todos nosotros quienes tuvimos la oportunidad de interactuar con Krishnaji, de cuidar de tal persona, de publicar sus libros, de ofrecer la disponibilidad de sus enseñanzas al mundo, o simplemente estar con él, de conocerlo,: En este siglo veinte es muy raro encontrar a un hombre como él. Una vez le preguntó alguien, “¿De dónde viene?” y él replicó, “Yo vengo del Valle de los Rishis”; y a este es al que pertenece, al Valle de los Rishis.
Traducción: Salvador D. Rojas
Noviembre 10, 2004
http://www.pkrishna.org/spanish/k_asIKnewHim_spanish.html
Por el Prof. P. Krishna
Ex-Rector del Centro de Educación de Rajghat, Fundación Krishnamurti de la India, Varanasi 221001, India.
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El siguiente artículo fue publicado por primera vez en la emisión de mayo de 1997 de El Teósofo. Escrito por el Prof. Krishna, rector del Centro de Educación en Varanasi y está basado en una plática que dio en noviembre de 1996 en Adyar Lodge, Madrás, India.
Me doy cuenta, he emprendido una difícil tarea. Normalmente describimos a una persona por su linaje, familia, logros, educación, y así sucesivamente. Pero todas éstas son irrelevantes al describir a Krishnamurti, quien fue un jivamukta, una alma liberada.
Es apropiado un diálogo entre Arjuna y Krishna en el Gita. Arjuna le pregunta a Krishna sobre el hombre liberado. ¿Cómo vive tal persona, cómo actúa, cómo come y duerme?. La respuesta de Krishna resumida es: Por fuera, es como cualquier otro individuo, come y duerme y vive como ellos. Y sin embargo, es totalmente diferente, porque no hace las mismas cosas por el mismo propósito que un hombre ordinario. Hay una diferencia dimensional en su conciencia. Y eso es lo importante, no sus logros, educación, erudición, y todas las enseñanzas que él pueda dar y todo lo demás. Aún sin esas cosas, su importancia no sería menor. ¿Cómo puede uno comunicar eso?. Uno lo siente con su presencia, pero no es posible ponerlo en palabras. Lo que uno puede poner en palabras son solamente las acciones externas, las palabras que uno oyó, los pensamiento que uno tuvo, etc., uno no puede transmitir el estado de la mente o de la conciencia de donde emanaron esas palabras. Es algo que uno siente entre líneas.
En efecto, yo no conocí a Krishnaji bien. Nunca trabajé cerca de él o viví o viajé con él. Era mas bien activo, ardiente estudiante de sus enseñanzas, quien aprovechó cualquier oportunidad de tener diálogos con él, escuchar sus conversaciones, y hacer preguntas como estaban en mi mente. Mi primer encuentro con sus enseñanzas fue en 1955 cuando tenía diecisiete años. Durante unas vacaciones de otoño, mientras buscaba en una alacena de mi padre, me encontré un libro pequeño, “Pláticas con Estudiantes”. No había escuchado sobre Krishnamurti, ni sabía nada acerca de él. Por el hecho de intitularse “Pláticas con Estudiantes” empecé a leerlo. Se refería a todas esas preguntas que despertaron mi mente adolescente, y que mis maestros nunca discutieron. El estaba hablando con estudiantes sobre si el respeto era lo mismo que miedo: “¿Por qué se levantan de su asiento cuando el maestro entra a la clase?” Le preguntaba a unas niñas, “¿ Por qué pone la “tika” (punto rojo) en su frente?, no en forma despectiva o encontrando un defecto, sino seriamente, “¿Saben ustedes por qué hacen todas estas cosas?. ¿Cuál es el significado?. ¿Alguna vez se lo han preguntado?. ¿Por qué tienen miedo de los exámenes?. No platicamos sobre esas cosas como parte de la educación. Así que me fascinó grandemente y leí más de sus libros. Entonces fui con mi padre para preguntarle sobre Krishnamurti, y me dijo la historia de cómo creció en la Sociedad Teosófica, cómo fue “descubierto”, etc. Estaba completamente cautivado con La Libertad, Primera y Ultima. Me creó una cierta imagen o fotografía en mi mente de alguien como santo budista, calmado e imperturbable. Así que cuando por primera vez me encontré con él quedé desconcertado y un poco sacudido, porque él no era como la imagen que tenía en mi mente.
En el invierno de 1958, él permanecía en Delhi con el Sr. Shiva Rao, una familia amiga. Estaba yo estudiando mi grado de maestría en física en la Universidad de Delhi, y estaba muy profundamente interesado en conocer al autor de los libros que había leído. Por tanto, el Sr. Shiva Rao me invitó a almorzar con él. Antes del almuerzo, cuando me presentaron a Krishnaji, él me preguntó, “¿Qué estás haciendo? y yo dije “estoy estudiando física en la universidad”. Y entonces me dijo, “¿Por qué estás estudiando física? “encontré un poco extraña la pregunta, porque todos estudiamos en la universidad” y le dije, “Bueno, a fin de conseguir un trabajo, vivir de ello y establecerme en la vida”. Y llamó a Shiva Rao, “¡Mira a este muchacho, diecinueve años de edad, y ya está preocupado por establecerse, casarse y hacer una vida!”. Me sentí pequeño, sentí que me estaba criticando. Así que dije, “¿Qué tiene de malo en hacer eso?” y él dijo, “Haz lo que quieras: pide limosna, pide prestado o roba, pero no te preocupes por el futuro, sobre cómo vas a hacer tu vida”. ¡Eso me sacudió!. Le pregunté, “¿Robar?” y me contestó, “ No, señor, robar no. Quiero decir haz lo que quieras, pero hazlo con pasión, porque te guste hacerlo, no porque quieras hacer tu vida”. Agregó, “Ese es el problema con nuestra educación. Todo el propósito de la educación es sólo hacer una vida y conseguir un trabajo. ¡Hemos convertido la educación en esa cosa tan pequeña, en tan repulsivo asunto!. Eso era él, no tratando de complacer o impresionar a la gente. Era espontáneo, sin ninguna pretensión y lleno de pasión.
El almuerzo con él solía ser largo con conversación mientras se tomaban los alimentos. Una vez le pregunté, “Señor, he leído que cuando usted estuvo en la Sociedad Teosófica, la gente se sentaba en un salón cerrado y tenían sesiones para conversar con espíritus muertos, eran ciencias ocultas o magia”. “Todo eso una alucinación”, replicó, “No, esas cosas existen, pero es otra forma de poder. Nada tiene que ver con la bondad. Y por tanto no estoy interesado en ello.” Entonces agregó, “Desde luego, la mente tiene poderes infinitos de alucinación”. Después me pregunté, ¿qué es lo que quiso decir?. Y sentí que trató de darme a entender ese fenómeno oculto, telepatía, ESP, y otros poderes, sí existen, pero si uno no está interesado en el poder – dinero, o músculo, o posición o estatus – ¿por qué habría de cultivar el poder oculto?
El dijo que sus memorias de su niñez fueron completamente destruidas. Cualesquiera experiencias que tuvo a partir de 1922 habían sido borradas como memorias de su cerebro. Dijo que no recordaba Adyar, aunque él vivió allí. Dijo, “No puedo recordar la cara de mi hermano Nitya. Apenas si puedo recordar la cara de Amma” (se refiere a la Sra. Besant). Entonces misteriosamente agregó, me dijo, “Desde luego, lo puedo recordar, Señor, si lo deseo”. Aún no puedo encontrar pies y cabeza de eso.
Solía hacerle muchas preguntas al final de sus conversaciones. Una vez después de esas sesiones de preguntas y respuestas le fui a saludar (y me estrechó las manos con mucho afecto) y dijo: “Muchas preguntas, muchacho, demasiadas preguntas”. El amor, el afecto que uno sentía en su presencia es difícil de describirlo.
De 1959 en adelante, después de terminar mi maestría, estaba en la Universidad Hindú de Banaras, como un investigador de física, y él vino a Banaras a dar unas pláticas en Rajghat. Me fui en mi bicicleta aproximadamente unas ocho o diez millas de la ciudad para asistir a sus conferencias siempre que podía. En una de sus conferencias él dijo: “Una mente disciplinada es una mente floja”. Para mí una persona disciplinada es activa, regular, atendiendo todo lo relacionado con su trabajo. Así que cuando le pregunté qué quiso decir, “Si no es floja, ¿por qué necesita disciplinarse?. ¡Si usted tiene que levantarse a las seis de la mañana y usted no es flojo, usted se levanta!. No requiere disciplina para eso. Pero si usted es flojo, usted necesita mucha disciplina. Así que el hombre que está tratando de disciplinarse es flojo.”. En esas pocas palabras, explicó la dualidad de los opuestos. Cuando una persona trata de cultivar coraje entonces es miedoso. Tratando de ser no violento, implica que es violento. Siempre que tratamos de conseguir algo, lo opuesto está presente. En vez de perseguir lo opuesto, uno debiera preocuparse por terminar con la flojera. La flojera tiene una causa, puede ser que la persona no come o duerme o no hace ejercicio apropiadamente, o su cuerpo le molesta y no tiene la adecuada energía. En vez de corregir eso, uno busca cultivar la disciplina, suma para perpetuar la flojera y un forcejeo que continúa entre los dos.
Cuando Krishnaji les hablaba a jóvenes estudiantes, hablaba en un nivel simple. Con David Bohm, hablaba al nivel de David Bohm. En cada caso, era igualmente entusiasta, independientemente de con quien hablara. El no daba valor a las personas en términos de su posición o logros como nosotros lo hacemos. Siempre lo encontré alerta, sensible, observador, conciente. No había rasgos de flojera en él. Había un sobre flujo de afecto para todos, pero eso no quería decir que comprometería la verdad o la evitara si era amarga.
En los años de 1960, después de una conversación fui y estuve cerca de él, un caballero del auditorio se le acercó, con alabanzas, diciendo, “¡Charla encantadora, Señor, charla encantadora; qué charla tan maravillosa!”. Después de que se había ido, Krishnaji me miró y me dijo, “Es un insulto”. A mí eso me dio a entender: que él estaba aquí haciendo esfuerzos para exponer las verdades de la vida, y en lugar de explorarlas, esta persona dice solamente qué hermosa plática. El solía tomar como un insulto lo que normalmente tomamos como un cumplido.
Quería fotografiarlo, cargando mi cámara el día completo. Pero en esos días él no habría permitido que se le tomara fotografías. Ni tampoco permitía que tomaran notas de sus conferencias. Así que repetidamente ponía énfasis de que no estaba dando una cátedra: “Esto no es algo que esté tratando de pasarles – alguna información que ustedes no tengan. Estamos mirando la vida, juntos como dos amigos.” Aunque estuviera platicando con una audiencia llena, solía enfatizar que era esencial una plática uno-a-uno entre dos amigos, y que usáramos sus mensajes como si se tratase de un espejo que estuviera ante nosotros, para mirar a nuestras propias vidas, y verificar si lo que estaba diciendo era o no verdad, no ciegamente aceptarla.
Naturalmente, él no estableció ningún valor al acuerdo o desacuerdo, porque eso no tiene significado. Dijo, “Puede que esté de acuerdo con usted o ambos podamos estar de acuerdo con algo o podamos no estarlo, y aún no sé que es la verdad. Viendo la verdad tiene valor – no estando de acuerdo o en desacuerdo, o sosteniendo opiniones a favor o en contra.”
Durante un diálogo en Brockwood en 1977, con el Prof. David Bohm, Asit Chandmal, y otros, lo recuerdo comenzando con un pregunta que habíamos ya discutido entre nosotros: “Señor, usted dice que uno no puede ver “lo que es” claramente, en una forma no distorsionada, debido al condicionamiento y coloración de la mente producida por el ego. Pero debido a que no podemos ver la verdad, “lo que es”, debido a esta coloración, el ego continúa. ¿Cuándo terminará este círculo vicioso?.” El lo abordó, y conversamos al respecto. Cada vez que le hacemos una pregunta, él la miraba como nueva, fresca, sin traer definiciones o conclusiones de sus cuestionamientos previos. Había una cualidad de cuestionamiento, nunca basada en el pasado, porque es importante ver la verdad a través de la percepción en vez de la memoria. Por tanto abordó mi pregunta, “No estoy seguro si el ego debe estar completamente ausente para que ocurra una revelación (un insight), o si la revelación (insight) puede ser tan grande que anule al ego. Este no es un proceso en el cual se libera primero de la coloración y entonces tiene la revelación (insight), o esa revelación (insight) viene primero y entonces el ego se desvanece. Es simultáneo.”
Cuando le pregunté, “¿Señor, fue usted alguna vez parte del campo del conocimiento y si se salió, o bien siempre ha estado fuera?”, dijo: “también lo cuestiono”. El también lo cuestionó por que en el caso del niñito Krishnamurti, criado en la Sociedad Teosófica, quien no pudo pasar ningún examen siendo más bien torpe para los estándares normales, su mente no fue condicionada como la de todos los demás. ¿Por qué conservó esa apertura para percibir algo nuevo?. Cuando tú escoges a un niño y lo crías para ser el Dalai Lama, se convierte en el Dalai Lama. Por tanto sería normal para él haberse convertido en un gran teósofo, la cabeza de la Sociedad Teosófica. ¿Cómo encontró algo totalmente nuevo? ¿Por qué todos los demás niños son condicionados, y encuentran dificultad de salir de ese condicionamiento, mientras que este niño aprendió de cada experiencia?.
En 1925, cuando él tenía 30 años, mientras estaba a bordo de un barco hacia India, supo de la muerte de su hermano lo cual superó con gran dolor. Pero cuando llegó a India estaba completamente en paz, y estando aun a bordo del barco escribió a la Sra. Besant, “Lo que experimenté no fue dolor. No estoy afectado por ello. Le he hecho trampa a la muerte.” Me parece que lo que estaba diciendo era que la muerte de su hermano entró en la forma de un dolor personal: y ello lo pudo haber atrapado en un estado de autocompasión, etc., como habría sido con la mayoría de nosotros; en vez de ello él vio a través del dolor personal, entendió el significado de la muerte y el apego, y se liberó de ello. ¿Cuál es la cualidad de una conciencia o mente que lo experimenta y en vez de recoger un complejo, un prejuicio, o nuevo condicionamiento, ve la verdad y se libera de ello?.
Un vez un hombre le dijo a Krishnaji que él era muy afortunado de haber sido criado en la Sociedad Teosófica con maestros como CWL y la Sra. Besant, y él le dijo: “ Sí, tuve la fortuna de haber tenido maestros como ellos” Entonces el hombre le dijo, “ nosotros no somos tan afortunados, porque vamos a instituciones ordinarias. ¿Cómo podríamos encontrar la verdad?” y él le respondió: “Señor, tuve suerte porque cualquier cosa que me dijeron me entró por un oído y me salió por el otro.” El no estaba menospreciando. El únicamente estaba queriendo decir que ellos no condicionaron su mente en lo que le estaban enseñando. Su enseñanza completa es aquella en la que uno debe encontrar la verdad por uno mismo, y no aceptarla de un maestro, porque entonces se convierte en sólo palabras, y no en “el estar viendo.”
La última vez que visitó India, en 1985, estaba almorzando con él en Rajghat y como a menudo pasaba hacía preguntas que nunca nadie hacía: “Señor, ha desaparecido el brahmán de este país? Le dije: “Depende de lo que usted quiera decir con brahmán, Señor. Un cuarto de la población aquí piensa que son brahmanes.” Y entonces dijo, “No, no de nacimiento – eso es infantil. ¿sabe usted que es un brahmán?. Le dije, “¿Qué quiere decir por un brahmán? El contestó con una historia.
Cuando Alejandro invadió India y luchó contra Porus, ganó. Cuando entró al estado, vió una excelente administración, todo estaba en orden, limpio, bien mantenido y la gente vivía feliz. Así que le preguntó a Porus, “¿quién era responsable de la administración?”. Porus replicó: “Había un brahmán primer ministro, que era responsable de toda la administración.” Alejandro dijo, “ Me gustaría platicar con él”. Porus le contestó: “Renunció porque perdimos la guerra, y se ha ido a su aldea.” Alejandro respondió, “Llámalo de todos modos.”. Así que mandaron a un mensajero quien regresó al siguiente día con una respuesta, “Dile al rey que ya no estoy en servicio. Un brahmán no se va con nadie, por lo tanto siento que no pueda ir.” Mientras narraba esto, Alejandro dijo, “Está bien, yo iré a su aldea.”
Llevaron a Alejandro a la aldea, donde el brahmán estaba sentado bajo un árbol enseñando a dos niños. Cuando le presentaron a Alejandro, el hombre miró hacia arriba y dijo, “¿Hay algo que pueda hacer por usted? Alejandro le preguntó. “ ¿Es usted el hombre que era el primer ministro?, y la respuesta llegó, “sí”; Alejandro entonces le dijo: “tú llevaste una excelente administración”, y el hombre respondió, “gracias”. Así que Alejandro le preguntó: “¿Vendrás conmigo? Te llevaré a Grecia, te daré un palacio, y te haré cabeza de todos los ejércitos. ¡Ven conmigo!. El hombre se quedó pensando, miró a Alejandro, y replicó, “Lo siento, quiero enseñar a estos niños”. Krishnaji entonces dijo, “Ese es un brahmán – alguien a quien no puedes comprar, alguien que no trabaja por un reconocimiento. El hacía lo correcto para un brahmán; él hizo de la administración algo tan bueno como pudo. Cuando perdió la guerra él se hizo responsable de la derrota y renunció, que es lo correcto para un brahmán. Cuando él estaba en la aldea, hizo lo que quería hacer; no estar bajo el servicio del rey, o buscando un trabajo que le recompensara por su trabajo. Esa es la cualidad de un brahmán.” Después de haber dicho esta historia, Krishnaji me preguntó, “Ahora dime, ha desaparecido el brahman de este país?”. Le dije, “No lo sé, Señor, pueda ser que halla todavía en el Himalaya, pero no me he encontrado a uno.”
En otra ocasión me pregunto, “¿Hay algo único en este país aún? y le dije, “Posiblemente la forma de vivir de la familia, el afecto con el que se refiere la gente entre sí. Pero no puedo decir que sea único, porque existe en alguna otra parte también, aunque quizá no en la misma medida.” El asintió moviendo su cabeza y se mantuvo tranquilo. El a menudo habría de dejarnos con una pregunta como esa. Al siguiente día cuando me lo encontré dijo, “¿Te digo que es lo único de este país?. He viajado por todo el mundo, y he observado. Este es el único país que queda donde el hombre pobre aún sonríe”. Ese es el tipo de cosas que él nota, no palacios, logros, puentes, trenes de ferrocarril. El observaba la gente, cómo vivían, y vio que la gente pobre aún sonreía. El hombre pobre en América o en Europa se siente miserable, desposeído, pero en India su espíritu no ha sido destruido a pesar de la pobreza. Entonces agregó, “Aunque estamos perdiendo esa cualidad, aún está allí”.
Estas preguntas y comentarios se convierten en un gran aprendizaje si uno los retiene, los toma en el fondo. Nunca quiso que aceptáramos lo que decía sino que reflexionáramos sobre ello, meditáramos para nosotros mismos, y viéramos si era o no verdad. Uno tiene que hacer el trabajo para uno mismo. En toda su vida nunca permitió que nadie lo usara como sostén: no quiso discípulos, no buscó ayuda, tenía el sentido de la renunciación. El daba sus pláticas sólo por afecto.
¿Cómo describe uno tal conciencia?. Cualquier cosa que uno describa es tan verbal, tan inadecuado, comparado con lo que uno desea transmitir. No es porque él diera conferencias maravillosas; puede uno encontrar mejores conferenciantes. Puede uno inclusive encontrarse con gente que pueda explicar sus enseñanzas más sistemáticamente. La habilidad para hablar o para dar una conferencia es trivial, aunque sea útil. Es lo que la conciencia es – la libertad, el amor y compasión en la conciencia lo que es precioso. Todos somos afortunados de haber tenido a tal persona entre nosotros. No importa que lo miremos como un teósofo o no, si dejó la Sociedad Teosófica o no. Esas cosas son triviales. Un hombre como ese que no pertenece a nadie, a la fundación Krishnamurti, o a la Sociedad Teosófica. El no pertenece a India sino al mundo. Desde luego, él nació de una familia particular, criado y educado en alguna escuela. Esa escuela pudo haber tenido el mérito de haber producido tal persona, pero ¿fue así debido a la escuela, o a pesar de la escuela?
Achyut Patwardhan me dijo una vez que el Profesor del Mundo había nacido en respuesta a las lágrimas del mundo. Por lo tanto él pertenece a la humanidad. La Sra. Besant había dicho a Achyutji, “Cuando encuentre que usted no está de acuerdo con algo que Krishnamurti dijo, nunca lo descarte, o lo ignore, llévelo en la mente. El es una conciencia superior, y cuando dice algo debemos reflexionar sobre ello, no rechazarlo”. Y esto es lo que Achyutji dijo: “Nunca he rechazado nada de lo que dijo Krishnaji, no importa qué tan equivocado me haya parecido. Lo retengo.”
Qué gran privilegio para la Sociedad Teosófica y para la Fundación Krishnamurti, y para todos nosotros quienes tuvimos la oportunidad de interactuar con Krishnaji, de cuidar de tal persona, de publicar sus libros, de ofrecer la disponibilidad de sus enseñanzas al mundo, o simplemente estar con él, de conocerlo,: En este siglo veinte es muy raro encontrar a un hombre como él. Una vez le preguntó alguien, “¿De dónde viene?” y él replicó, “Yo vengo del Valle de los Rishis”; y a este es al que pertenece, al Valle de los Rishis.
Traducción: Salvador D. Rojas
Noviembre 10, 2004
http://www.pkrishna.org/spanish/k_asIKnewHim_spanish.html
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